La ovejita Susana: Capítulo 3

El frío invernal se filtraba a través de los huecos de los enormes ventanales de la oficina. Susana, la ovejita que triunfó y se apoderó de la empresa Oflafius, se encontraba observando el abandonado foro de Sumbra Players en su portátil. Utilizó sus pezuñas para ajustar suavemente sus gafas de sol, sin tirar su recién adquirido sombrero de fieltro negro. Al otro lado de la habitación, la puerta de madera se abrió con un portazo. Tras esta, un pato amarillo trajeado apareció y se acercó raudo hacia la mesa de Susana.

-¡Al fin te encuentro, Susana! -gritó el pato furioso-. ¿Cómo te atreves a arrebatarle la empresa a mi padre!

-Fue un trato justo, Eleuterio -respondió Susana, sin apartar la mirada del ordenador.

Eleuterio asestó un gigantesco golpe al aparato que lo derribó al suelo, esparciendo las piezas del ordenador por toda la oficina. Susana ni se inmutó.

-¡¡¡A MÍ NO ME JODAS, OVEJA DE LOS COJONES!!! -gritó Eleuterio, soltando saliva por todas partes-. ¡¡¡HICISTEIS TRAMPAS, LO VI CON MIS PROPIOS OJOS!!!

-No se de qué me estás hablando -dijo Susana, mirando al enojado pato-. A todo esto, ¿cómo han conseguido dejarte pasar mis hombres?

Eleuterio parecía calmarse poco a poco tras esas palabras, hasta el punto de soltar una pícara sonrisa.

-Mis amigos han conseguido convencer a tus hombres para que nos dejen pasar -Eleuterio se giró hacia la puerta-, ¿verdad, chicos?

De la puerta se asomaron tres tiburones con chalecos antibalas armados con fusiles de asalto. Los tres no tardaron en apuntar hacia Susana.

-¡La ostia! -dijo Susana mientras saltaba de la silla.

Los tiburones comenzaron a disparar una lluvia de balas alrededor de la habitación. Montones de humo, escombros y astillas rodearon muy rápidamente toda la habitación. Los papeles que antes ocupaban el escritorio de Susana se encontraban esparcidos por el aire.

-¡NO DEJÉIS QUE ESCAPE ESTA HIJA DE OVEJA! -gritó Eleuterio.

Susana estaba pegando brincos como si fuera lo último que hiciese en vida. Se dirigía rauda hacia los gigantescos ventanales que llenaban la habitación de reluciente luz. Susana atravesó un hueco entre los ventanales lo suficientemente grande como para que ella pasase sin problemas.

El tiempo parecía ralentizarse mientras daba ese arriesgado salto. Ni siquiera prestaba atención a los disparos que la seguían de cerca. Tan solo se limitó a observar el hermoso paisaje de la isla Konzervans. El sol que protagonizaba el bellísimo atardecer se asomaba sobre la montaña con esa enorme roca con forma de cabeza de pato, muy lejos del edificio Oflafius. Bajo Susana, el edificio de ocho plantas se encontraba al borde del acantilado. Susana comenzó a caer.

¿Cómo llegó Susana a esta situación? Pues bien, volvamos atrás desde el momento que su viaje comenzó.

-¡Susana! ¡La cena ya está lista!

-¡Enseguida voy, mamá!

Susana dejó de leer y depositó su libro titulado "Los Cerdos Dominarán el Mundo" sobre su mesita de noche. Su habitación, donde predominaba el color rosa, era bastante limpia y ordenada. No se podía decir lo mismo de la habitación de su hermano pequeño, justo enfrente de la suya.

-¡Susana! ¡Jonatan! ¡Que se enfría la comida! -repitió su madre.

-¡Ya salgo, ya salgo! -gritó Jonatan mientras salía de su habitación-. Vamos, Susana, deja de leer tus estúpidos libros y vayamos a cenar.

-Lo que tú digas, "futbolista profesional" -dijo eso último con tono repulsivo-, que me ha dicho un pajarito que no diste ni una en tu último partido. Eso sí que es estúpido.

-¡Cállate, imbécil! -exclamó Jonatan, enojado-. ¿Qué sabrás tú sobre fútbol? Dejarse perder también forma parte del camino a la fama. Al menos yo tengo un futuro esperanzador y no me paso el día leyendo libros.

-Espero que tus jugadas sean de utilidad para el examen de este miércoles -dijo Susana-.

-¿No jodas que había examen? -preguntó sorprendido Jonatan mientras ambos bajaban las escaleras.

Cuando llegaron a la cocina se encontraron a sus padres sentados en sus sillas de madera alrededor de la redonda mesa. Sobre esta se encontraba cuatro conjuntos de un vaso de leche, una cuchara y un plato de sopa de hierba.

El padre, Ramón, leía el periódico, mientras que su madre, Luisa, se bebía un poco de leche. Los dos hermanos se sentaron en sus respectivas sillas.

-Ramón, ¿quieres dejar de leer el periódico mientras estamos cenando? -dijo Luisa-.

-Espera, cariño, que estoy intentando resolver el crucigrama -respondió Ramón, sosteniendo el lápiz con la boca-. Dime, ¿erección se escribe con o sin hache?

-¡No me seas borrego, papá! -exclamó Jonatan-. ¡Claro que se escribe con hache!

Susana, ignorando las conversaciones de su familia y tomando un poco de la deliciosa sopa, le llamó la atención un artículo del periódico.

"Ha sido detenido durante la madrugada de hoy un gigantesco gorila negro que se hace llamar Filiberto. Según los testigos trató de robar un extraño artefacto del arqueólogo Pascual, el conocido cocodrilo cuya fama es debida a sus grandes hallazgos. El enorme simio fue reducido por la policía cuando trató de llamarles tratando de demandar a Pascual por haberle mordido."

Susana había conocido a Filiberto anteriormente. Era el hijo del director de su instituto.